martes, octubre 13, 2009

SANGRE, SUDOR Y LÁGRIMAS

Winston Churchill, uno de los máximos representantes de la hipocresía del imperio británico, sólo dejó de admirar a Adolf Hitler y se enfrentó a él, cuando el genocida nazi puso en serio peligro los intereses del mismo.

Hasta ese momento, Hitler, era un problema menor, un parapeto contra el movimiento obrero, quizá algo desagradable, pero parapeto al cabo, como se demostró en el caso de la República Española, abandonada a su desgracia para evitar el posible ascenso del comunismo. El resultado ya sabemos perfectamente cual ha sido.

Fue entonces cuando el responsable del desastre de Gallipoli dijo a sus atemorizados paisanos que en la lucha contra la Alemania nazi sólo podía ofrecer sangre, sudor y lágrimas. Y, ciertamente, no se equivocó, aunque mucha más sangre se vertió en otros países que, para él, no tenían demasiada importancia.

Pues bien, la ministra de Defensa, Carme Chacón podría tomar buena nota de la frase de Churchill y explicar a los españoles que en la guerra de Afganistán sólo puede ofrecer lágrimas, por la sangre inútilmente vertida. Ya se contabilizan casi noventa muertes.

Se podría haber aprovechado la fiesta nacional para explicar con claridad qué es lo que pasa en ese país y anunciar la retirada de las tropas de una zona en la que están en situación de máximo riesgo. Pero no: desfile, parafernalia, borbones y encima críticas ante los abucheos a ZP.

Claro que, para explicar eso, primero tendría que reconocer que en Afganistán lo que hay es una guerra declarada con dos contendientes muy claros. Y en este ejercicio de ocultación, de cinismo, de hipocresía, es en lo que se parece Chacón al ministro británico y, afortunadamente, en nada más.

Porque ¿de qué otra manera se puede considerar el empeño de Chacón en decir que en Afganistán las Fuerzas Armadas españolas están en una misión de Paz? Como dudo mucho que Carme Chacón sea tonta de remate, no me queda más remedio que llegar a la conclusión de que miente deliberadamente.

Dice también que se ha llegado a un punto de inflexión y que hay que rectificar porque no sólo se puede arreglar ese país por la vía militar, sino que hay que procurar que sean los propios afganos los que sean capaces de resolver sus problemas.

Eso, y la ministra la sabe a buen seguro, es imposible porque la cuestión no es, como ella dice ahora, que durante dos años se haya utilizado una táctica equivocada. El problema es muy anterior y la responsabilidad occidental absoluta y nefasta.

La OTAN, con los Estados Unidos a la cabeza, hicieron todo lo que estuvo en su mano para que la URSS saliera malparada de Afganistán, debilitar al gobierno pro-soviético de Kabul y no cejaron en su empeño hasta que lograron su objetivo. Se comparó, entre grandes celebraciones, aquel fracaso con el de los EE.UU. en Vietnam. Pero no se parecían en nada

Después de la guerra, Vietnam, fue un país que no causó el más mínimo problema a la comunidad internacional, hoy es un estado que ha normalizado las relaciones con la mayoría de naciones, incluida la que en otro tiempo quiso arrasarla.

Por el contrario, la llegada de los islamistas a Kabul no ha dejado de suponer problemas.

Es el caso típico de saturno que devora a sus hijos. La obsesión de la OTAN y los EE.UU. les llevaron a apoyar a unos fanáticos que ahora son sus peores enemigos. Antes de procurar el fracaso de la URSS, deberían haber tenido este factor en cuenta.

Por eso, los EE.UU. no pueden dejar Afganistán. Saben, igual que sus aliados, que en el momento en que abandonen esa zona de nuevo serán los talibanes los que se a harán con el poder y derrocarán, sin demasiada dificultad, al gobierno corrupto que hay en Kabul.

Y esto se debe contar a los ciudadanos para que sepan que España, aliada absurdamente con Bush en esta guerra, no tiene más salida que aguantar hasta que el patrón de Washington diga se acabó, lo que, en mi opinión no es nada probable.

Y también se debe explicar que, además, Afganistán puede suponer un problema muy grave para Pakistán, donde otro gobierno corrupto tiene que ser apoyado por occidente para evitar males mayores, sobre todo, si se tiene en cuenta que tiene armas nucleares. La presión sobre este país es cada día mayor y la inestabilidad aumenta cada hora.

La alucinación anti soviética de la OTAN, que se alió con Ben Laden, con la anuencia y soporte de Reagan y Thatcher, proseguida por Bush, Blair, Aznar y otros, no tendrá un final feliz, como sucede en la mayor parte de las ocasiones con todas las obsesiones.

Chacón haría bien por tanto en decir a los españoles que aún se van a derramar muchas lágrimas por Afganistán.