domingo, junio 26, 2011

UNA MISIÓN DE PAZ


Lamentablemente,  dos militares españoles han vuelto a perecer en la guerra de Afganistán; esa que durante tanto tiempo se nos dijo que era una misión de paz,  en la que sólo se trataba de enseñar a los policías afganos a ser capaces de manejarse por sí mismos en un maravilloso futuro democrático.

Pero sucede que en cualquier país del mundo,  y Afganistán no va a ser la excepción,  no quiere que le vengan a decir cómo tiene que vivir,  ni qué gobierno debe tener,  ni cuál  sistema político debe imperar como forma de convivencia social.

Y donde fracasaron los soviéticos, con la inestimable de ayuda de los EE.UU.  que armaron a sus enemigos hasta los dientes, van a naufragar,  lo han hecho ya,   los estadounidenses que,  también en esta ocasión,  han chocado con la misma piedra en la que tropezaron en Vietnam.

Lo que es incomprensible, es la tozudez del gobiernillo español en mantener a las fuerzas hispanas en Afganistán. Esa guerra es ya un fracaso sin paliativos; no tiene sentido permanecer ni un día más y no se sostiene bajo concepto alguno la teoría de que al final servirá para dar más seguridad al mundo. Parece más bien que será todo lo contrario.

La única forma de salir, más o menos airoso, es llegar lo antes posible a un acuerdo de paz (aunque sea de mínimos) y no alargar  una guerra que nos cuesta, además de la pérdida irreparable de casi cien vidas, asunto que no hay que minimizar en absoluto, más de un millón de euros al día.

La ministra de Defensa, Carme Chacón, puede resistirse todo lo que quiera a dar ese dato, el del coste de su guerrita, al Parlamento pero,  no es un secreto para nadie,  que la presencia en Afganistán es una sangría en todos los sentidos.

Hace unos días la ministra justificaba ese gasto para mejorar la seguridad de los soldados españoles en Afganistán y decía muy ufana que los vehículos “lince” eran casi indestructibles. Que poco, desgraciadamente, ha tardado el tiempo en demostrar lo contrario.

Y, ahora, otro funeral de Estado, alguna lagrimita oficial y dos familias destrozadas. Esa es la verdad del resultado de la presencia española en esa misión de paz. Lo demás son mentiras y más mentiras.