sábado, julio 30, 2011

LA BANCA, ESA GRAN BENEFACTORA



Acuciados por su mala conciencia y posiblemente aconsejados por algún jerarca de la Iglesia Católica española, varios banqueros están dando muestras de arrepentimiento y quieren reconciliarse con la ciudadanía expiando sus anteriores pecados,  derramando ahora generosidad a espuertas.

El último caso ha sido el del Banco Santander,  cuyo consejero delegado,  Alfredo Sáenz, condenado a tres meses de prisión y ha inhabilitación por un turbio asunto de acusaciones falsas,  ha anunciado que dadas las circunstancias penosas de muchos ciudadanos,   les van a ayudar a salir del apuro,  para que el pago de las hipotecas no sea tan gravoso.

Alabado sea el Señor que ha abierto los ojos de estos hombres de corazón duro que ahora van a ayudar a los más desfavorecidos a que puedan  vivir dignamente.

Pero, veamos cómo: la cuestión que es que la hipoteca no se reduce, ¡que va!,  lo único que  pasa es que durante tres años no se pagarán más que lo intereses, mientras que el capital se  acumulará,  eso sí,  para pagarlo  al final del todo el tiempo por el que esté prevista la hipoteca.  O sea que no pagas menos,  pagas más,  porque esos tres añitos no hay quien te los quite.

Habrá quienes piensen que para muchos será un alivio ver reducida la cuota, por ejemplo,  de 500 a 300 euros, y no lo negaré pero,  al final, el banco siempre va a ganar. Esto es pan para hoy y hambre para mañana, como dice el refranero español. Que no pretendan  vendernos una especie de acción caritativa donde sólo hay un negocio.

Seguramente los directivos del banco han llegado a la conclusión de que más vale asegurarse el pago de la hipoteca, aunque sea en más tiempo,  que no quedarse con casas que van a ser difíciles de vender y,  además,  provocan  con los necesarios (para ellos) desahucios un rechazo social enorme y de consecuencias  imprevisibles.

Pero hay más. La banca teme que si de verdad hay voluntad política de cambiar las cosas en el futuro, se extienda la necesidad de que se admita la dación como forma de cancelación de una hipoteca. De hecho Bankinter ya tiene ese sistema,  aunque en condiciones complicadas para los que las quieran suscribir.

Si esto llegara a ser una realidad, la banca lo pasaría mal y,  por eso,  prefiere ahora dar una imagen de cooperadora en los problemas de los ciudadanos en vez de aparecer como la esquilmadora que  es en realidad.  No es altruismo, es sencillamente un cálculo mercantil.

Pero, en el fondo, el problema seguirá siendo el mismo porque todas esas personas hipotecadas hasta las cejas, aunque también tengan el ello una buena parte de responsabilidad, van a seguir trabajando casi toda su vida para pagar una hipoteca a un banco.

lunes, julio 25, 2011

LA OBEDIENCIA DEBIDA


A lo largo de la historia miles de criminales han justificado sus actos con el manto protector de la obediencia debida,  de que  sólo cumplían órdenes  por muy crueles que estas fueran.  Así han pretendido justificar sus acciones y eludir la acción de la justicia.

Y,  si repasamos esa misma historia,  veremos que en la mayor parte de las ocasiones,  esa justificación ha servido para que la responsabilidad por sus crímenes quedara diluida y sin castigo y así, las víctimas,  doblemente perjudicadas.

El caso más conocido,  pero ni mucho menos el único,  es de los miles de criminales nazis que,  no solo no fueron castigados,  sino que se integraron en la vida como si nada hubiera ocurrido,  y en muchos  casos , alcanzaron premios de diversa índole,  social,  laboral, política.  Muchos no sabían, ni veían.

Parece obvio que para impedir esa barbarie,  la obediencia debida debería tener una serie de límites que estarían en relación con la transgresión de los derechos más elementales de las personas.  Y aquí es a donde quiero llegar.

En las últimas semanas nos hemos enterado con profusión de que se han impedido por la acción de muchos ciudadanos desahucios de personas que,  por el motivo que sea,  no podían hacer frente al pago de su vivienda. 

Recuerdo con especial indignación,  el caso de una madre que, finalmente sí fue arrojada de su casa, y que comentó “no soy morosa sino pobre”.

Esta caso, ocurrido en Madrid, es especialmente grave porque la madre en cuestión,  tiene a su cargo dos hijos,  uno de ellos con una discapacidad del 77 por ciento.

Los bancos, sin duda las entidades más repugnantes y odiosas del sistema capitalista,  ponen en marcha los mecanismos legales para quedarse con la casas de quienes nos les pagan las hipotecas, que en este caso es de un total de 200.000 euros, que es lo que gana Rodrigo Rato en una semana en Bankia.

Y para ello,  se valen de los instrumentos legales que el sistema pone a su disposición de forma que,  el poder judicial y  muchas veces  las fuerzas policiales,  son cooperadores necesarios para que la orden de desalojo se pueda llevar a cabo.

También hemos tenido la oportunidad  de ver a las fuerzas antidisturbios empleándose con contundencia contra quienes pretendían impedir, en nombre del  derecho a tener una vivienda digna,  que se produjera ese desalojo.

En el caso que he citado,  se utilizaron 50 agentes para reprimir a 20 activistas y se estableció un perímetro de “seguridad” un kilómetro alrededor de la casa.

Está claro que tanto el sistema judicial  como el policial,  están en ese momento al servicio de la banca,  que es la beneficiaria de una legislación injusta e inmoral que, además,  es una violación de la Constitución española tal y como se deduce fácilmente de la lectura de su artículo 47 que transcribo:

Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada.
Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para
impedir la especulación.
 La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos

¿Podrán esos funcionarios del  estado aducir la obediencia debida?