sábado, abril 14, 2012

VIVA LA REPÚBLICA


Hoy es una fecha especial. Recordamos que hace 81 años la ciudadanía optó por la república, y se proclamó en España ese régimen que, pocos años después, sería asesinado de forma vil, tras una guerra en la que fuerzas totalitarias extranjeras tuvieron un papel determinante para decidir el triunfo de los sediciosos y la consiguiente dictadura.




Rompo  mi silencio para unirme a todos los que, desde la legítima memoria, celebran y conmemoran desde el recuerdo ese día, en la que se pretendió modernizar este país. Me uno a ellos en sus celebraciones.


Pero, más allá de las nostalgias y de los recuerdos, tenemos que pensar ya en el futuro de la que será con seguridad Tercera República. La que será la definitiva. Hoy, más que nunca, se demuestra que sólo desde ese régimen cívico puede sobrevivir nuestro país que, desgraciadamente, se ve envuelto en una crisis social muy grave.


No debe ser sólo, por tanto, una día para la nostalgia sino, sobre todo, para la reivindicación solidaria, cívica y justa de la república como forma de Estado y atraer a nuestras filas a todos los que crean en una sociedad más igualitaria.


Se nos ha hurtado a los ciudadanos el debate sobre esta cuestión; durante décadas se nos ha dicho que no es prioritaria esa discusión, que nadie se preocupa por semejante historia y que la monarquía del 18 de julio goza de excelente salud, como lo demuestran los aplausos que en el Congreso recibe aquel que fue designado por el general golpista.


Falso, radicalmente falso: el tiempo se ha encargado de demostrar que la opacidad que hay en torno a la jefatura del Estado y su familia ha tenido consecuencias nefastas y que no es precisamente un ejemplo a seguir. Presuntos enriquecimientos al margen de la legalidad, irresponsabilidad en la custodia de menores, apoyo público y notorio del rey a dictadores, desplantes con los medios de comunicación etc.

Estas son las consecuencias conocidas que provocan tanto silencio complice y amnesia interesada. Me pregunto que pasará cuando sepamos las hasta ahora desconocidas.


Los privilegios,  la irresponsabilidad ante las leyes,  a los que estamos sujetos todos los demás,  la impunidad en fin,  no pueden ser nunca justificadas ni desde la perspectiva política, ni desde la perspectiva socia, ni de la ética. Nadie, tenga la ideología, creencia o posición que tenga, puede apoyar y tolerar semejante situación.


Por ello, hay que considerar que la tercera tiene que ser una república absolutamente integradora, pero no basada en la figura de quien ostente la máxima magistratura en cada momento, como se nos pretende hacer creer con los reyes, presentados como personajes generosos, campechanos  y democratas , sino porque nos sintamos, comprometidos y representados en ella al poder decidir quién debe ser, entre todos nosotros y nosotras ese magistrado.


Esta es la única forma para que sea duradera y respetada y, sólo así, dejaremos de ser súbditos para ser ciudadanos en sentido total y cívico de la palabra.


¡VIVA LA REPÚBLICA!